El año 2018 parece ser prometedor en materia de sostenilibilidad. A finales del 2017, un nuevo proyecto de investigación fue lanzado por el Instituto Federal Suizo de Tecnología a través de la Escuela Politécnica Federal de Zurich, donde se construyó un prototipo que será testado este año en los laboratorios NEST de Dübendorf.
Su nombre es Hilo, la casa del futuro que pretende aunar máxima eficiencia energética con el menor impacto ambiental posible.
La solución en realidad es bien antigua, un tipo de membrana de hormigón muy popular en los años 60 por su forma que permitía minimizar su espesor y por tanto ahorrar en material. El valor añadido radica en su grado de tecnología.
Esta cubierta, además de autoportante y ligera, es capaz de absorber la energía solar para transformarla en electricidad. Su altura es de 7,5m y cubre una superficie total de 160m2. El hormigón tiene un espesor medio de 5cm que se reduce hasta los 3cm en sus bordes, y se ensancha hasta los 12cm en sus apoyos. La innovación reside en su doble capa: la inferior que incluye el aislamiento y un sistema de calefacción y refrigeración, y la superior, que ha sido implementada con células fotovoltaicas de capa fina.
El ahorro de material que conllevan estas láminas se hace además extensivo al proceso de ejecución, dando ejemplo de sostenibilidad en todo el proceso constructivo, no sólo en el producto final. El tradicional encofrado es aquí sustituido por una red de cables de acero sobre una estructura de estanterías reutilizables. Una vez ajustada la malla a la curvatura deseada, se coloca un tejido de polímero sobre el que verter el hormigón. De nuevo, una solución ingeniosa que recuerda al pasado, cuando Shoei Yoh construyó en 1994 sus centros comunitarios en Naiju y Uchino sobre una tela sujeta por un entramado reticular de bambú. En realidad todo está ya inventado… solo queda reinterpretar y mejorar.