Esta pequeña residencia, una de las últimas de Wright, siempre me ha fascinado por su sencilla belleza, y por ser una de las pocas obras intactas desde su construcción en 1958. Una especie de cápsula del tiempo que desgraciadamente tiene sus días contados.
La semana pasada escribí un artículo de protesta sobre el derribo de la casa Guzmán por su heredero, al que no dejaba nada bien. Me ratifico en mis opiniones, pero lo que más aprecio aparte de la libertad para opinar es la verdad, y ésta tiene siempre muchas caras. De todas las publicaciones sobre esta noticia, voy a destacar la siguiente, de lasprovincias.es, sobre todo porque refleja una extensa opinión del dueño de la vivienda. Como ya he dicho, este derribo me parece un atropello, pero si queremos realmente evitar que esto vuelva a suceder, debemos asimilar la realidad desde todos los puntos de vista.
Nueva construcción en sustitución de la casa Guzmán.
Yo que estaba entusiasmado por la entrada del 2017 para empezar con fuerza un año nuevo, pero se ve que las malas noticias se han adelantado ya que desgraciadamente nos han arrebatado la casa Guzmán.
Esta vivienda fue construida en 1972 por Alejandro de la Sota para uno de sus amigos, el ingeniero Enrique Guzmán, que la disfrutó hasta su fallecimiento en 2014. Sus herederos en cambio prefirieron demolerla para sustituirla por una construcción más del montón.
La demolición de los Laboratorios Jorba de Fisac, también conocida como Pagoda, ha sido una de las mayores meteduras de pata de Madrid, que para muchos además huele a mano negra con intereses ocultos. Nunca se llegó a dar una explicación realmente razonable sobre el porqué de la demolición de uno de los emblemas madrileños de la arquitectura moderna, pero parece que ahora existe cierto interés por su reconstrucción.
Con el poco interés que mostraba Wright por la ciudad de su tiempo, resulta extraño asociarle a un proyecto urbano, y menos de apartamentos. En cambio aquí los tenemos, el Waller y el Francisco Terrace Apartments, dos proyectos que realizaría en 1895, con tan solo 28 años, poco después de ser despedido del estudio Adler & Sullivan.
Situados en un barrio humilde de Chicago, lo que queda de estos edificios no representa el mejor sitio para vivir, pero su interés histórico permanece por ser uno de los primeros proyectos de viviendas comunitarias y sociales… las primeras VPO quizás? Orientados a alquileres de bajo coste reduciendo el margen de beneficio al 3%, el señor Waller construyó estos apartamentos para la creciente clase obrera de Chicago de finales del sXIX.
Fue publicado en julio de 2005 en un Magazine de ElMundo, por lo que alguna información como el estado ruinoso de la casa Ennis es ya agua pasada. Coincido con su exposición, pero quiero resaltar ciertos matices.
Analizar sus fracasos con un punto de vista actual es un tanto injusto. Tanto su vida como su obra han hecho correr ríos de tinta, pero como con muchos otros, las historias que los demonizan o divinizan resultan exageradas y distorsionan la realidad. Cada obra debe contextualizarse a su época.
La casa Darwin D. Martin es actualmente visitada y reverenciada como uno de los mejores exponentes del periodo “Prairie Houses” de Wright, un complejo residencial que integra seis edificios y múltiples jardines; pero debemos recordar que el estado actual de esta obra maestra se debe a una reciente reconstrucción.
El señor Martin, un adinerado empresario, contrató la construcción de su residencia a Wright después de que éste realizara la de su hermano en Oak Park. Pronto se convertiría en uno de sus mejores clientes, no poniendo límite alguno al presupuesto de ejecución. Algunas referencias cifran este último en 100.000 o 170.000dólares, e incluso 300.000, unas cantidades igualmente desorbitadas si son comparadas con el de la vivienda de su hermano, de 5.000 dólares, más acorde al coste de la construcción de esa época.
Esta casa de la pradera era sencilla en formas, pero de una cuidada ejecución. Para hacernos una idea, únicamente la construcción de fábrica de ladrillo se prolongó durante dos años, en los cuales 50 hombres trabajaron diez horas al día, seis días a la semana, por un salario de 2 dólares diarios.
El conjunto integraba además un total de 394 diseños de ventanas con vidrios de colores, una riqueza cromática acorde a la ordenación y variedad floral de los jardines circundantes.
Toda esta belleza se mantuvo en pie durante casi tres décadas, hasta la Depresión, periodo en el cual la riqueza amasada por el señor Martin se desvaneció. Tras su muerte en 1935, su esposa fue incapaz de mantener la residencia, lo que derivó en su abandono en 1937. Durante más de una década, la totalidad del complejo estuvo expuesto a los elementos y a los saqueos en los que muchas de las lujosas vidrieras desaparecieron.
El estado de abandono de gran parte de los edificios hacía presagiar su demolición, hasta que en 1954, el arquitecto Sebastian Tauriello y su esposa se interesaron por la vivienda, aunque únicamente pudieron salvar la casa principal del trágico final: en 1962 se procedío a la demolición de la galería, las cocheras, la casa de la hija (la casa Barton), el invernadero y los jardines, dejando paso a la construcción de unos edificios de viviendas.
Maqueta de la casa Martin. En rojo la parte demolida.
La casa Martin sobrevivió, pero fue dividida en dos apartamentos, además de la residencia del nuevo propietario. En 1966 fue adquirida por la Universidad Estatal de Nueva York, sirviendo de residencia para su rector.
En 1992 se fundó la “Martin House Restoration Corporation” con la finalidad de recuperar el estado original de la casa Martin. Tras la adquisición, una década después, de la vivienda principal, empezaría un largo proceso de compra de terrenos y demolición de los bloques de viviendas, que culminó con la reconstrucción integral del conjunto residencial desde 2004 hasta 2009.
Demolición de los bloques de viviendas que ocupaban el solar de la casa Martin.
Jardines de la casa Martin. Foto de época.
Reconstrucción
Galería
Las labores en la vivienda principal, única superviviente hasta el momento, abarcaron la sustitución de todas sus cubiertas, la re-impermeabilización de la cimentación, la reposición de las vidrieras y la recuperación de los espacios interiores a su estado original.
La chimenea principal, exenta, estaba decorada en todo su perímetro con un diseño vegetal de Orlando Giannini, con cerca de 15.000 incrustaciones de bronce y vidrio de colores, destacando verdes y dorados. Pocas de estas piezas pudieron ser rescatadas, y se protegen actualmente tras un vidrio.
Chimenea de la casa Martin.
El 80% del mobiliario original, diseñado enteramente por Wright, pudo ser recuperado por el hijo del señor Martin y devuelto a su situación original en la casa Martin.
Comedor. Estado original.
Comedor
Salón de acceso
Salón de acceso
El coste de la restauración y reconstrucción integral del complejo ascendió a 50 millones de dólares. La búsqueda de la teja más adecuada resultó ardua y crucial, ya que la cubierta es un elemento que otorga un gran sentido de unidad al conjunto. Tras una búsqueda infructuosa en Estados Unidos, la teja adecuada se encontró en una fábrica francesa de Pontigny.
La siguiente imagen os enlazará directamente con una galería de fotos del conjunto de la cubierta de la Residencia Darwin D. Martin.