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Wright pronto entendió que o bien cortaba lazos con los patrones establecidos o era a él al que le cortarían las alas. Aunque suene mal, esa sería seguramente la razón por la que abandonó a su primera mujer, hijos incluidos, para poder vivir libremente lo que para la mayoría era un escándalo tras otro.
La simplicidad orgánica le tendría que conducir a una vida de reposo en contacto con la naturaleza, para lo que necesitaba ser libre como individuo en una sociedad igualmente orgánica. A esto lo llamaba verdadera democracia y luchar por la vida del presente liberándose del yugo del tiempo:
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En una conferencia de 1931 realizada en el Instituto de Arte de Chicago, Wright dejó bien patente el ambiente en el que se movía en su época de Oak Park tras la construcción de la casa Winslow en 1893. Ahora todos apreciamos la belleza que impregna el sentido orgánico a sus obras, pero tras leer el siguiente párrafo, cuesta creer que hubiera valientes dispuestos a contratarle!