La gran conclusión de la arquitectura orgánica: la espiritualidad (2º parte)


(Ir a la primera parte del artículo)

Wright pronto entendió que o bien cortaba lazos con los patrones establecidos o era a él al que le cortarían las alas. Aunque suene mal, esa sería seguramente la razón por la que abandonó a su primera mujer, hijos incluidos, para poder vivir libremente lo que para la mayoría era un escándalo tras otro.

La simplicidad orgánica le tendría que conducir a una vida de reposo en contacto con la naturaleza, para lo que necesitaba ser libre como individuo en una sociedad igualmente orgánica. A esto lo llamaba verdadera democracia y luchar por la vida del presente liberándose del yugo del tiempo:

«¿Por qué preocuparse acerca de la duración de la propia vida, o preocuparse demasiado acerca del futuro? Todo lo que es, es ahora mismo. Si la oportunidad es mía y la sé aprovechar, otras vendrán a continuación (…) debemos considerar nuestro presente; debemos actuar en el presente para el futuro, por ser el presente el futuro hasta donde podemos verlo (…) si nos parece bien, deberemos actuar… ahora.»

Taliesin (1911)
Taliesin West (1937)

A falta de una sociedad sensible a su proyecto de vida, decidió crear su propio entorno hecho a medida. En su Wisconsin natal fundó Taliesin en 1911, su propia escuela de arquitectura, seguida en 1937 de una segunda sede en el desierto de Sonoran en Arizona, bautizada Taliesin West. Allí impartía clases rodeado de sus seguidores, con un estilo de vida que le acarreó muchas críticas como la de haber fundado una secta o de ser un “escapista”. En el siguiente fragmento, rescatado de una de sus conferencias, responde justamente a esa acusación:

«(….) Bien, probablemente sea el momento de defenderme, pero en realidad no sé qué es exactamente un “escapista”, en su sentido del término, ni lo que significa serlo. Podría haber contestado si lo hubiese sabido. Pero si se refería a escapar de la opresión de un pasado muerto hacia una vida más adecuada para el presente viviente, me confieso culpable de ese delito. La base de la acusación de “escapismo” puede ser que en Taliesin llevamos una vida de contenido propio, dedicándonos a nuestra propia vida en nuestra propia forma (….) Y si eso es escapar de la vida, entonces no sé qué es la vida. Queremos avanzar directamente hacia ella, enamorados de ella, sin temerle y ansiosos por explorar la realidad. Precisamente creo que Taliesin es una pequeña estación de estudios en el camino hacia eso: la realidad. Hoy en Taliesin vemos la realidad como algo romántico. Ya descubrimos que el romance ha dejado de estar en la periferia de la vida tal como la vemos hecha por el hombre, sino que es algo más profundo que se encuentra independientemente dentro de la vida, a medida que se la vive. Me atrevo a decir que ésa también es una escapatoria, pero en ese caso… ¡escapemos!»

Plantación Auldbrass

El miedo al cambio es innato al ser humano, manteniéndolo cautivo según Wright en una sociedad superficial que niega su libertad como individuo:

«Tenemos miedo (…) somos cobardes (…) sí, porque estamos tan ocupados teniendo y reteniendo (o procurando hacerlo), que no hemos comprendido algo más profundo y sustancial que ahora debemos encontrar si no queremos desaparecer como civilización. (…) Pero, exceptuando raros ejemplares, ¿qué podemos hacer con una arquitectura orgánica en general, como arquitectura de un pueblo completo, mientras no tengamos ese pueblo completo, sino solo una sociedad tan superficial como ha resultado la nuestra, tan ignorante de causas y efectos, como para tener miedo de todo lo que en realidad es la vida? En mi vida he aprendido que hay una sola fe digna de todo hombre, y es la fe de la vida misma; la firme convicción de que la vida es y que no se la puede engañar ni vencer. Hasta donde llega lo que la educación opta por llamar cultura, hemos estado tratando durante todos estos siglos de castigar la vida y vencerla, y estuvimos cerca de tener éxito (….) Indudablemente no hemos confiado en la vida en la arquitectura, ni hemos confiado en ella en la economía, y no hemos confiado en ella en la política ni en el gobierno. No hemos confiado en ella en ninguna actividad (…) ¡ni siquiera en la religión! Hablamos de Dios, y hemos construido todos estos grandes sacrificios arquitectónicos a Dios, cuando Dios no es otra cosa ni está en otro lugar que en la vida que conocemos y en la vida diaria que vivimos. No es extraño que seamos como somos y no como debemos ser, para poder seguir vivos… o ir muertos al cielo. Y no tiene poco significado que uno deba estar muerto para ir allí(…). Pero sé bien que la ciencia no puede salvarnos. La ciencia sólo puede darnos las herramientas de la caja, milagros mecánicos que ya nos ha dado. ¿Pero de qué nos servirán esas herramientas milagrosas, a menos que hayamos dominado su uso cultural y humano? No queremos vivir en un mundo donde la máquina haya dominado al hombre, ¡queremos vivir en un mundo donde el hombre haya dominado a la máquina!»

El concepto de “máquina” vuelve a ser muy recurrente como vimos en la primera parte del artículo. Esa “máquina” es la herramienta moderna de la ciencia y la tecnología, pero también representa al modelo económico. ¿Recordáis el fragmento donde decía “fuera del suelo hacia la luz”? ese mismo argumento para una arquitectura orgánica es aplicable a una sociedad orgánica capitalista, pero al revés de la existente, con la base en el suelo, en la que la “máquina” sirve al hombre, en vez de “alimentarse” del él. Casi 100 años después, parece que nada haya cambiado demasiado…

«¡Ojalá tuviésemos un verdadero sistema capitalista! Creo en un sistema capitalista que tenga su base bien apoyada sobre el suelo, y su cúspide tan alta como ustedes lo deseen, pero aquí tenemos uno con la cúspide sobre el suelo, y su base en el aire. ¡Algo ha marchado mal con la democracia!»

Casa Affleck

Queda claro que el hombre libre deberá romper los patrones impuestos por su “educación” y “cultura”. Libertad e individualidad van de la mano, una relación que traslada a la arquitectura: un edificio será más hermoso cuando adopte la forma que satisfaga su función intrínseca, al igual que un avión es más hermoso cuanto más se parezca a un avión:

«Si no olvidamos este principio (la palabra orgánico como espiritual), encontramos un nuevo valor en la libertad, porque vemos un nuevo valor en la individualidad: y no hay individualidad sin libertad. El avión es un avión, el transatlántico es un transatlántico, el automóvil es un automóvil, y cuando más lo son y lo parecen, tanto más hermosos los encontramos. Los edificios también. ¿Por qué no? ¿Los hombres también? ¿Por qué no? Y ahora vemos a la misma democracia bajo esta nueva luz, como un ideal que es consistente con todas estas nuevas expresiones de este nuevo poder en libertad. Reconocemos a este adversario del viejo orden, la máquina, como –por fin- una espada que sirve para cortar antiguas ligaduras y permitir la huída hacia la libertad; la vemos como servidora y salvadora del nuevo orden… ¡siempre que sea utilizada con sentido creador por el hombre! ¿Ahora, como usarla? Luego… ¿qué arquitectura?«

Parte de la respuesta a esta pregunta se encuentra en la influencia de la arquitectura japonesa en la liberación de sus espacios interiores. Por mucho que se describa la obra de Wright, lo cierto es que su valor no logra alcanzarse con palabras, ni siquiera con fotos. Sus edificios deben ser recorridos, experimentar su fluidez espacial, los filtros de luz y su diálogo con el entorno.

Interior casa Minka
Interior estilo Shoin

Aunque no todos los coetáneos de Wright compartían sus ideas, lo cierto es que la práctica totalidad de las corrientes modernas en arquitectura comparten influencias japonesas. En la mayoría de culturas, las diferencias entre la casa del campesino y la de un burgués eran notables. En la arquitectura japonesa en cambio esta distinción se traslada exclusivamente a la elección de los materiales, manteniéndose intacta su calidad espacial. Esta característica minimalista compartida por todas las clases sociales fue muy valorada por los mejores arquitectos occidentales, llegando a afirmar que se trataba de la arquitectura más democrática que podía existir. Un interior en equilibrio produce reposo, armonía y calma mental, lo que aumenta la felicidad y la libertad del que lo habita:  

«La libertad se desarrolla desde adentro, y es otra expresión de un orden integral de la mente en un estado elevado. La libertad es imposible donde existe discordia, sea dentro o fuera. Por lo tanto, nadie tiene la libertad perfecta, aunque todos podemos aspirar a ella. Pero, según el grado en que se obtenga la libertad, el derivado llamado “felicidad”, que significa, según creo, vida inocente, será la consecuencia.»

Casa Fawcett (salón)

Cuando afirma que no debe existir discordia tanto dentro como fuera, me recuerda a una de sus citas más famosas sobre la integridad de cada una de las partes en el todo, y del todo en cada una de sus partes. Creo que esa visión de interdependencia de cada elemento que conforma la arquitectura es la que nos quiere transmitir como necesidad de armonía equilibrada, fuente de reposo, libertad y en consecuencia felicidad. Esa integridad comienza en el interior del edificio, cuyo mobiliario se diseña acompañando su fluidez espacial, que se prolonga hacia el exterior fusionándose con su entorno.

Casa Hanna
Casa Hanna (sala de estar)

En el siguiente fragmento vuelve a resaltar la importancia de los interiores en una arquitectura “desplegada” frente a la arquitectura envolvente, lo que viene a ser lo mismo que una arquitectura que se expande diluyendo la percepción del límite entre interior y exterior, frente a otra arquitectura que se limita y encierra en cajas:

«La democracia es una expresión de la dignidad y valor del individuo…. Cuando esta arquitectura desplegada, en contraposición a la arquitectura envolvente, llegue a América, habrá sinceridad de carácter, correspondiendo a la verdad del ser: con la individualidad entendida como un noble atributo del ser. Ese es el carácter que tomará la arquitectura de la democracia, y probablemente cuando la analicemos esa arquitectura será una expresión de la forma más elevada de aristocracia que haya concebido el mundo. ¿Y de qué arquitectura hablamos? Naturalmente, esta nueva concepción ya no entenderá a la arquitectura como el bloque esculpido de un material de construcción o como una imitación envolvente. Ahora la arquitectura tiene que desplegar un contenido interior, expresar la “vida” desde “adentro”.»

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