Entiende tu etiqueta energética… ¿Cuánto gasta tu vivienda?


Desde el 1 de junio del 2013, todo local o vivienda que quiera ser vendida o alquilada por más de cuatro meses debe disponer de certificado de eficiencia energética. Este documento informa al futuro inquilino o comprador de la eficiencia energética del edificio, pero eso que significa y cómo se traduce?

Este documento clasifica la vivienda con una letra que puede ir de la A (mayor eficiencia) a la G (menos eficiencia). Lo que nos informa son los kg al año de CO2 emitidos por cada metro cuadrado de superficie útil. Al cliente eso realmente le interesa? Por muy ecologistas que seamos, toda información que hable de ahorro en euros siempre entra mejor por los ojos.

Si se piensa bien, en realidad todo viene a ser lo mismo pero dicho de distinta manera: consumir poco implica emitir pocos kg de CO2 a la atmósfera, pero también pagar menos en facturas. 

Veamos entonces como se puede interpretar la etiqueta energética.

Para el consumidor. 

El dato directo que quiere conocer el consumidor es la diferencia en el gasto que supondrá vivir en una vivienda que tenga, por ejemplo, una E o una B.

El cumplimiento de las exigencias de ahorro de energía del Código Técnico de la Edificación (CTE) garantiza como mínimo una E. La ampliación de la escala hasta la G se debe a que los edificios anteriores al 2007 son lógicamente menos eficientes al no aplicarse dicha normativa.

Relación de consumo_etiqueta energética

Los siguientes datos valoran el gasto energético anual en euros para cada letra en una vivienda de 100m2, obtenidos tras un estudio realizado por el Ecobservatorio de Certicalia en 5.000 inmuebles repartidos por toda España. Aunque deban tomarse como valores orientativos,  sí representan buenos datos comparativos de los ahorros existentes entre letra y letra. 

Gasto anual por letra

En esta tabla elaborada por Ommarquitectos vemos los gastos relativos según cada calificación para viviendas unifamiliares y bloques de viviendas, respecto a su zona climática.

Gastos relativos según calificación de consumo de energía

Como bien se ha dicho antes, estos datos deben ser orientativos ya que la letra puede darnos una idea del gasto, pero no siempre resulta un cálculo tan directo. El consumidor debe asesorarse adecuadamente y tener en cuenta lo siguiente:

  • El certificado no tiene en cuenta el consumo eléctrico de iluminación y electrodomésticos en las viviendas, ni siquiera las estufas al no ser una instalación fija. A pesar del peso de la factura eléctrica, la razón es que este consumo supone tan solo un 3% del consumo total en una vivienda, frente al 45-50% en calefacción y refrigeración. El certificado está orientado a un aumento sustancial del ahorro a través de la eficiencia global de la vivienda, por lo que conviene centrarse en el consumo de mayor peso. En el caso del sector terciario en cambio sí se tiene en cuenta.
  • El valor más interesante para comparar futuras facturas es el del consumo de energía primaria en kWh/m2año. En una vivienda representa la energía necesaria para calefacción, refrigeración y agua caliente sanitaria (ACS). Pero no se trata simplemente de la energía útil que nosotros consumimos en el hogar, sino que es la energía total bruta, teniendo en cuenta la necesaria para su producción en origen y las pérdidas en el transporte. Eso significa que toda instalación de calefacción, refrigeración o ACS obtenida con electricidad (como un acumulador y/o radiadores eléctricos…) obtendrá una mala calificación porque la energía primaria será elevada.
  • En el caso de una letra A por tener una instalación de biomasa, la calificación energética es muy buena ya que no se consideran emisión de CO2 a la atmósfera. Pero no contaminar no significa no gastar. La biomasa debe pagarse, por lo que en ese caso una letra A no siempre significa una baja factura. La instalación de biomasa puede merecer una A, pero si no tenemos una buena envolvente (poco aislamiento o malas ventanas) la demanda de energía subirá, y por lo tanto la factura.
  • También hay que tener en cuenta que esa energía primaria es la necesaria para mantener los niveles estándar de confort. Los hábitos de consumo de sus ocupantes no pueden ser determinados, por lo que el gasto variará si uno decide poner la calefacción demasiado alta o simplemente apagarla y pelarse de frío (hecho que por cierto lleva ya años sucediendo en España).
  • Otro error es considerar que un piso pequeño obtendrá mejor calificación por supuestamente necesitar menos energía que uno grande. La calificación se hace en base a la unidad de superficie. El consumo de energía primaria en kwh/m2año deberá por lo tanto multiplicarse por la superficie útil de la vivienda y el precio del combustible. Por ello, tampoco podemos caer en el error que la factura energética será la misma en un apartamento de 40m2 con una letra D que en un piso de 120m2 también con una D. Este valor por unidad de superficie sirve simplemente para comparar en igualdad de condiciones las viviendas que tengan superficies diferentes.

Para el ecologista. 

Si además del importe de la factura energética te interesa conocer las emisiones de CO2 derivadas del uso de tu vivienda, lo tienes fácil. Lo que realmente indica la letra de tu etiqueta son los kg anuales de CO2 emitidos a la atmósfera, y no siempre es proporcional al consumo energético, ya que depende del combustible utilizado. La siguiente lista enumera las energías y sus emisiones en CO2 a la atmósfera:

  • 1kWh de electricidad: 486 g
  • 1m3 de gas natural: ~ 2,15 kg (según su composición)
  • 1 Bombona de butano casera: 37 kg
  • 1 kg de carbón: 2,3 kg
  • 1 kg de biomasa: neutro, ya que al tratarse de un material biológico, se considera que el árbol del que procede ha absorbido previamente esa cantidad equivalente de CO2 durante su fase de crecimiento.
  • Energía solar: 0g

La letra de calificación se calcula aplicando un coeficiente de paso al consumo de energía. Ese coeficiente depende del tipo de energía utilizada, penalizando mucho la energía eléctrica, mientras que tiene un valor cero para las energías renovables, como es la biomasa.  

Los ejemplos de valores límite de emisión que se suelen encontrar en internet corresponden generalmente a la zona climática D3, que es la más poblada. Estas horquillas varían ligeramente en cada zona, como podemos ver en las siguientes escalas obtenidas del programa CE3X.  

Cada zona climática se define combinando la severidad del invierno de la A a la E, y la severidad del verano del 1 al 4. Estos límites exigidos tanto de emisiones como de consumo de energía primaria se endurecen conforme se reduce la severidad climática de invierno, que es la que más exigirá calefacción. La severidad del verano también puede ser relevante ya que no olvidemos que las instalaciones de refrigeración más utilizadas en España consumen electricidad, con su respectiva penalización.

Como nota curiosa, destacar que el consumo límite de energía primaria para alcanzar una A en la zona D3 se asemeja al consumo propio del estándar Passivhaus, por lo que seguramente nos encontremos ante un primer acercamiento a los futuros edificios de consumo casi nulo obligatorios a partir del 2020.

Datos obtenidos con el programa CE3X, ordenados de mayor a menor severidad de invierno.

 

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