Hace unas semanas, los incendios en Galicia, Asturias y parte de Portugal nos mantenían en vilo más que cualquier otro año, llegándose a registrar hasta 132 focos activos en un mismo día. Desgraciadamente estamos ya acostumbrados a que los intereses por una madera más barata destrocen los montes gallegos, pero este año, además del notable ascenso en número de incendios, se ha sumado el rumor de la recalificación de los terrenos incendiados para poder construir, lo que me pone los pelos de punta.
Teóricamente, esta recalificación no sería factible con la ley actual, o al menos eso nos quieren hacer creer. La Ley de Montes impulsada en 2003 por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero prohibía la construcción en terrenos quemados hasta pasados los 30 años. Esta ley fue modificada en julio de 2015 por el Gobierno de Rajoy, manteniendo esta prohibición pero con excepciones, como los “terrenos en que concurran razones imperiosas de interés general de primer orden que resulten prevalentes sobre su carácter forestal”.
Este poder de decisión se traslada a cada Comunidad Autónoma, y podrán tenerse en cuenta como excepciones las recalificaciones previamente aprobadas o en trámite de aprobación. Por lo tanto, teóricamente, ningún bosque, prado, finca de labranza o coto de caza podrá cambiar de uso tan fácilmente por el hecho de ser devastado por un incendio. Este al menos fue el argumento del PP que veía innecesario aceptar la petición presentada el 11 de octubre de este año por el PSOE y Podemos en el Senado, con el fin de endurecer la ley de Montes eliminando cualquier excepción que pudiera motivar intereses económicos como el de la construcción. Mala pata o coincidencia, menos de un mes después las llamas devoraban nuestros montes, alimentando los rumores acerca su verdadero origen.
Lo cierto es que tras la modificación de la Ley, ninguna Comunidad Autónoma ha llegado a recalificar terrenos para su construcción, pero no cabe duda que resultaría más tranquilizador si toda excepción fuera eliminada, más aún cuando en 2005 el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) señaló que el 96% de los incendios forestales en España se produce como consecuencia directa o indirecta de la actividad humana. Démosle cualquier resquicio de duda al ser humano, y los más aprovechados, por muy pocos que sean, lograrán sacar beneficio propio con tales crímenes contra la naturaleza.
Pese a la prohibición expresa, todavía existen particulares o empresas que logran cambiar el uso del terreno tras un incendio. Como prueba, las 186 denuncias por cambio de uso derivadas de las más de 14.000 inspecciones practicadas en el último año en los montes gallegos. Si lo comparamos con los siete delitos contabilizados en 2011, esta práctica parece ir en aumento de forma vertiginosa, y sólo podrá frenarse con una ley sin resquicios.
Desde este blog siempre defenderé la integración de la construcción en la naturaleza. Con respeto, se puede construir en cualquier entorno, incluso en las costas. Pero para alcanzar esta realidad hace falta un cambio profundo de mentalidad. En algunos artículos intento incluso relacionar la arquitectura con el desarrollo de la espiritualidad en el ser humano, algo ya defendido por muchos antes que yo, empezando por Wright, y que incluye el respeto por la naturaleza. No sé si decir que esta situación representa un retroceso, ya que quizás somos siempre los mismos pero cambiando de modas como quien cambia de careta, estancados en un pensamiento global de que algún provecho puede sacarse de estos actos, como he llegado a oír en la radio, relacionando los incendios con un aumento de los puestos de trabajo gracias a la construcción. Una visión de lo más limitante de pan para hoy y hambre para mañana.
El beneficio real lo encontraremos cuando nuestra construcción logre sumar con la naturaleza, no imponerse a su costa.