Mucho se ha escrito sobre el romántico regalo de cumpleaños de Bratt Pitt, una isla en forma de corazón con una de las mejores obras de su arquitecto favorito, Frank Lloyd Wright. Este tipo de noticias corren como la pólvora, y más en internet, por lo que he decidido adelantar este artículo.
Poco o nada hablaré sobre los caprichos de la naturaleza por las islas en forma de corazón, pero sí debo puntualizar que esta casa no es realmente una obra de Wright; o sí lo es? Vosotros decidiréis…
Historia del proyecto.
A sus 83 años y en plena madurez creativa, Wright recibe en 1949 un encargo del ingeniero Ahmed K. Chahroudi, retándole a realizar una obra maestra que superara su ya famosa casa de la Cascada (1936). Petra, una isla privada de 40.000 m2 a 47 millas de Manhattan, con una formación rocosa desde la que asomarse sobre las aguas del lago Mahopac, era un escenario más que inspirador para que Wright aceptara ese reto.


Esta casa Usonia de 460 m2 se desarrolló durante tres meses sobre una retícula triangular. Los pocos planos realizados, en total 5, permiten adivinar la fuerza del proyecto. Según Chahroudi, el mismo Wright comentaría a Edgar Kaufmann, el dueño de la casa de la Cascada, que una vez finalizada la casa Petra, habría superado su Fallingwater. El señor Kaufmann podía respirar tranquilo; los cerca de 50.000$ que suponía la ejecución de esta obra de hormigón armado fueron más que suficientes para que el señor Chahroudi paralizara el encargo.
La segunda propuesta, una casa más modesta de 110 m2, sería finalmente realizada, en la que vivirían unos 9 años.



En 1996, Joe Massaro adquirió la isla por 700.000$. Este empresario del metal era por aquel entonces un total desconocedor de la obra de Wright. La compraventa de esta propiedad incluía para sus propietarios los planos del primer proyecto sin ejecutar. Encantado por su nueva y diferente casa de verano, estos planos despertaron su curiosidad por la obra del maestro americano, y, tras visitar la casa de la Cascada, decidió construirla.
Unos años antes, el arquitecto Thomas A. Heinz se pondría en contacto con Massaro. Como antiguo alumno y escritor de libros sobre Wright, Heinz deseaba fotografiar la primera casa de la isla Petra, empezando así una gran amistad.
Los 450.000 dólares solicitados por la Fundación Wright de Chicago, creada en 1940 para preservar el sello de la obra del maestro, suponían un gasto desorbitado que Massaro no estaba dispuesto a asumir. Tras tensas negociaciones, la Fundación acabaría por negarse a certificar su construcción como obra original de Wright; pero la potestad de los planos era de Massaro…
La odisea de su construcción.
El encargo del proyecto recayó en su reciente amigo Thomas A. Heinz. Al disponer de tan pocos planos, éste tuvo que realizar varios modelados en 3D para llegar a discernir el secreto de todos sus espacios. El resultado de la planta definitiva, respetando la ubicación original, está muy lograda; pero el desafío gráfico era en realidad el menor de sus problemas, ya que las normas municipales sobre alineaciones y alteración costera habían cambiado. Tras cinco años de trámites por fin se lograrían todos los permisos.

La ubicación en una isla planteaba otro desafío: ¿cómo transportar todo el material y la maquinaria de construcción hasta la isla? Teniendo en cuenta las dimensiones del volumen de hormigón de 24 m de largo, con 7,5m en voladizo a 7 m sobre el lago, la obra de ingeniería y el volumen de hormigón necesarios cortaba el aliento. La solución llegó en invierno, con la congelación del lago. Durante seis meses, los más de 60cm de hielo permitieron realizar unos 40 viajes diarios para transportar los cerca de 600 m3 de arena, grava, acero y madera, en 6 vehículos todo terreno además del resto de equipamiento.
150 toneladas de hormigón fueron necesarias para completar la estructura, entre forjados, voladizos y algunas paredes, realizándose su vertido en un periodo contínuo de 36 horas ya que la estabilidad del conjunto requería de la continuidad total de la estructura, sin junta alguna.
La casa Petra.
Camuflada por la sombra, la entrada a la vivienda simula el acceso a una cueva. El efecto es casi barroco, pasando de la compresión de un acceso de 2,10m de alto a la expansión de un espacio de 5,40m de alto con iluminación cenital.
Siguiendo una malla triangular, la fluida sucesión de espacios envuelve una gran roca existente de unos 3m de alto y ancho, y 12m de largo. Con el hexágono del hall y la cocina como punto de partida, el programa se reparte en tres alas a 60º; los dormitorios a la izquierda, el dormitorio principal a la derecha, dejando la panorámica vista del voladizo como eje central.
Desde el hall, el espacio fluye en varios niveles y con visiones sesgadas, de tal modo que no se aprecia la panorámica del lago hasta el final del recorrido.
Este voladizo suspendido sobre el lago es una clara herencia de la casa de la cascada, pero también aparece en muchos proyectos de Wright, muchos de ellos sin realizar, como es el caso de la casa Brewer.
El dormitorio principal, apartado del resto, se asoma directamente al lago, refiriéndose Wright al mismo como una isla dentro de una isla.
Controversias.
La construcción de este edificio suscitó muchas críticas entre muchos arquitectos. A pesar de haber acertado con la planta, la ejecución y la elección de ciertos materiales se alejan demasiado de los principios de Wright.
El ejemplo más claro es seguramente el de los muros, imitando al conocido “desert masonry” de Wright. Este tipo de cerramiento se caracteriza por embeber piedras del lugar en masivos muros de carga de hormigón. Dentro de la amplia variedad de cerramientos en las viviendas Usonia, esta elección es sin duda de las más características de Wright, encontrándose ejemplos en Taliesin West o la misma casa de la isla construida en 1950.
La ejecución de estos muros resulta muy laboriosa. Según Massaro, esa solución, en la que la piedra sobresale de media 2cm, no cumpliría con la normativa actual de eficiencia energética, a menos que se incrementara el espesor de todos los muros. Con la escusa de no modificar las medidas del proyecto original, se decidió alterar el acabado reduciendo el número de piedras y haciéndolas sobresalir.
Resulta un tanto contradictorio basar una decisión en el respeto dimensional del proyecto original si el resultado final mutila los principios de Wright, cuando además un aumento de 5 a 10 del grosor de todos los muros resultaría inapreciable a simple vista.
La mala ejecución de estos muros roza lo grotesco en ciertos detalles, como la falta de integración de los interruptores en interiores, el color azul de fondo de los muros o alguna sucesión de piedras sueltas en cerramientos interiores.




El cambio de criterio en el revestimiento del dormitorio principal resulta chocante, pero lo preocupante es la seguridad del señor Massaro en sus afirmaciones:
«My point is that I’m the owner,» says Massaro. «If I was here and Wright was alive today, I would end up with that rock. It would be my choice. And he would have accommodated the customer. It would still have been his design. But something like this I think he would have agreed, especially with the energy code. I’m telling you, we’ve kept this so pure, Frank would be proud of us.»
Los lucernarios fueron otro objeto de crítica por parte de los puristas al ejecutarse curvos en vez de planos para evitar goteras. En este sentido, el argumento de Massaro puede considerarse cercano al pensamiento de Wright, a favor de que la arquitectura se adapte a la técnica de cada momento, por lo que la incorporación de nuevas tecnologías como vidrios triples o un sistema de calefacción por suelo radiante y de refrigeración de alta eficiencia no debería servir a la Fundación Wright como argumento para descalificar su construcción. Pero no podemos más que especular sobre las decisiones de Wright en este siglo, que quizás habría solucionado sus tan recurrentes goteras con un mejor sellado de juntas. De nuevo una decisión en pro de la técnica que repercute demasiado en el aspecto final de la casa Petra.
Muchos argumentan que cualquier desviación del diseño original es razón suficiente para no ser considerada obra suya. Incluso recuerdan la presencia de una escalera en la perspectiva que conecta el voladizo con el lago, igual que en la Casa de la Cascada. Dada la escasez de dibujos, no podemos realmente saber si tan solo se trataba de una idea fugaz.
Desde mi punto de vista, la construcción de esta segunda casa representa el mayor error desde un concepto de arquitectura orgánica. Ejemplos de proyectos englobando varios edificios no faltan en la carrera de Wright, pero todos ellos bajo una ley de crecimiento que los relaciona como un único elemento. Tal es el caso de la casa Palmer y su cottage. Las fotos aéreas evidencian claramente el conflicto geométrico entre ambas viviendas, como dos objetos diferentes jamás pensados para coexistir.
Conclusiones.
Si comparamos las siguientes fotos de la casa Petra con la casa de la Cascada, a la que supuestamente debía superar, creo que podemos comprobar la falta de calidez en los acabados de la primera, sobre todo en los interiores. Podemos hablar de una obra de Wright?





Aunque la crítica purista deba hacerse oir, más cuando el carácter de una obra o un legado arquitectónico como el de Wright están en juego, no hay que olvidar que la construcción de esta casa responde al sueño de un señor que acaba de descubrir a Wright. Un sueño por cierto de lo más caro y plagado de obstáculos burocráticos que solo merecen ser sorteados si se pretende disfrutar una larga vida en ella. Y esa era la primera intención de Massaro, pero entonces, ¿porqué venderla? La responsabilidad de estos errores conceptuales recae claramente en el arquitecto, pero obra o no de Wright, una vez realizada, debería ser disfrutada. ¿Tal ha sido la presión de la crítica que pudo con la ilusión de Massaro?… Vosotros qué opináis?